Garapullos por Máuseres. 15 de mayo de 1936. Suspensión de las corridas de San Isidro y Talavera

Un nuevo retazo del libro de próxima aparición: Garapullos por Máuseres (La Fiesta de los toros durante la Guerra Civil, 1936-1939)

15 de mayo

Suspensión de las corridas de San Isidro y Talavera

 

A medida que transcurría el mes de mayo, las relaciones entre los matadores de toros mexicanos y españoles se fue agriando. El conflicto, que se había ido larvado con lentitud, estalló con un gran estruendo coincidiendo con la tradicional Corrida de San Isidro (Lalanda, Manolo Bienvenida, Ortega y Armillita). El precio del boleto era de una peseta. A la hora del apartado, el maestro de Vaciamadrid exigió al representante del diestro americano el preceptivo permiso de trabajo, que este no pudo exhibir. Así las cosas, la autoridad gubernamental solicitó a los representantes de cada uno de los espadas anunciados esa tarde que se personasen en las dependencias de la Dirección General de Seguridad para estudiar la manera de solventar el conflicto. En nombre de Bienvenida se personó su propio padre y apoderado, y solo Ortega lo hizo personalmente. A la cita asistió Juan Espinosa, hermano de Armillita, a la que posteriormente se sumaron Algabeño, Valencia II y los empresarios venteños Alonso de Orduña, Guillermo Gómez de Velasco y Rafael Linage.

 

El presidente de la Asociación de Matadores de Toros y Novillos, Marcial Lalanda, insistía en que Armillita no cumplía con los requisitos legalmente establecidos para poder lidiar en los redondeles españoles. Como el jefe de policía Pedro Rivas insistía en que él personalmente había refrendado el visado al diestro foráneo, los huelguistas exigieron su verificación correspondiente en las dependencias del Ministerio del Trabajo, además de la consiguiente comprobación de los antecedentes que obraban en poder del Jurado Mixto de Espectáculos Taurinos.

 

Cuando las agujas del reloj ya marcaban las dos de la tarde, y dado que era una jornada festiva, las autoridades estatales intentaron convencer a los lidiadores que aceptasen el documento provisional que exhibía Fermín Espinosa, pues lo avanzado de la hora impedía la comprobación de toda la documentación requerida. Los dieciocho miembros de las cuadrillas taurinas anunciados para realizar el paseíllo esa tarde reiteraron su negativa a vestirse de luces y rechazaron todas las alternativas que les ofrecían las autoridades que no pasasen por la exclusión de Armillita de la combinación.

 

Alrededor de las tres de la tarde, todos los toreros fueron detenidos y trasladados a la Cárcel Modelo, al igual que Marcial Lalanda –presidente del Jurado Mixto del Espectáculo– y los banderilleros Eduardo Lalanda, Luis Suárez Magritas, Manuel Navarro, José Paradas, Melones, Farnesio, Fuentes Bejerano y Cástulo Martín. En el recinto carcelario se encontraron con los dirigentes falangistas José Antonio Primo de Rivera, Ruiz de Alda y Fernández Cuesta.

 

Por su parte, Armillita se ofreció a despachar en solitario los ocho toros ya enchiquerados, aunque fue incapaz de encontrar un solo subalterno dispuesto a secundarle en el paseíllo. Todos los rehileteros hispanos se habían solidarizado con sus compañeros presos.

 

Los estoqueadores pusieron al gobierno ante un dilema nunca antes visto. La noticia de la suspensión de la corrida se extendió con celeridad por todos los mentideros.

 

Por su parte, el embajador de México anunció su obligación de informar a las autoridades de su país acerca del conflicto planteado. A partir de ese momento se temió que la nación americana reaccionase aplicando a los ciudadanos españoles residentes en aquel país un catálogo de represalias de similares características.

 

La totalidad del aforo de La Monumental de Las Ventas estaba vendido. Una hora antes de arrancar el espectáculo el amplísimo grupo de aficionados se agolpaba en los accesos al recinto. Tras ser informados oficialmente del aplazamiento de la corrida protestaron con energía y un grupo de unos doscientos forofos promovió una manifestación espontánea que encabezaron dos individuos que portaban una pancarta en la que se podía leer: “Queremos toros y la sustitución de Armillita”. El movimiento popular se dirigió calle de Alcalá abajo camino del Ministerio de Gobernación. Los guardias de asalto de la comisaría de Buenavista tuvieron que realizar grandes esfuerzos para disolver a los manifestantes e impedir que asaltasen las taquillas de venta de boletos en la calle de la Victoria.

 

A última hora de la tarde, una comisión negociadora formada por el abogado de la Asociación de Matadores de Toros y Novillos José García Mateos de Mesa y el diputado de Izquierda Republicana Félix Templado Martínez se situó frente al edificio de la Dirección General de Seguridad con la intención de avistarse con su máximo responsable, José Alfonso Mallol, para negociar la liberación de los toreros detenidos.

 

Al dia siguiente, 16 de mayo se repitió en la plaza de Talavera de la Reina una nueva negativa de los novilleros escriturados a torear, incumplimiento que incrementó la nómina de coletudos encarcelados (Ballesteros, Almagro y Morenito de Talavera) junto a sus correspondientes cuadrillas de subalternos. En concordancia con estos sucesos, el espada norteamericano Sidney Franklin tampoco pudo vestir de luces en el circo de Matamoros (México) al día siguiente.

 

 

Antonio Fernández Casado

editorialacatedra@editorialacatedra.com