25 de mayo, 1936
El conflicto taurino se extiende a Córdoba
La convocatoria de huelga persistía a lo largo del mes de mayo mientras se eternizaban las negociaciones entre los representantes del colectivo taurino y del Ministerio de Trabajo sin conseguir encontrar una solución al problema. Nueve días después del comienzo de la huelga, una manifestación de profesionales taurinos de las distintas categorías profesionales recorrió la madrileña calle de Fuencarral.
Con el ambiente excesivamente caldeado se hicieron públicas las combinaciones de la feria cordobesa del mes de mayo. El empresario de Los Tejares, José Escriche, había programado dos funciones de toros y otras tantas de novillos. A las 11 de la mañana del primer día feriado se inauguró un museo dedicado a la figura de Julio Romero de Torres. El día 24 se lidiaron seis reses de Conradi, que despacharon sin el mínimo contratiempo Domingo Ortega, Rafaelillo y Jaime Pericas.
El conflicto resurgió con gran fuerza t acritud el día 25. Los espadas anunciados esperaban el comienzo del festejo en sus fondas respectivas: Manolo Bienvenida –en sustitución de Armillita Chico–, Ortega y Curro Caro se habían conjurado para no torear mientras sus compañeros permaneciesen encarcelados en Madrid. Los toros de Albayda esperaban enchiquerados. A la espera de los resultados de las reuniones que se desarrollaban en el Gobierno Civil cordobés se acordó retrasar el inicio del festejo vespertino. Para mayor seguridad, Escriche requirió la presencia de un notario en los albergues para que levantase acta de la presencia de los toreros en los mismos.
A las cinco de la tarde los coletudos continuaban negándose a acudir al coso. El público que ya llenaba los tendidos se comenzó a impacientar augurando un inminente conflicto de orden público. Con urgencia, se envió a las fuerzas de asalto en busca de los lidiadores. Al director de lidia, a medio vestir el traje de luces, le condujeron imperativamente al circo taurino, donde las fuerzas del orden público ya habían concentrado al resto de la terna, con noventa minutos de retraso sobre el horario inicialmente previsto para el estreno del espectáculo.
En primer lugar aparecieron sobre la arena los tres matadores de toros en solitario. Sin un solo subalterno. Bienvenida en mangas de camisa. Unos minutos después aparecieron, muy soliviantados, los varilargueros de turno y los banderilleros, manteniendo su negativa a pisar el albero, lo que obligó a los guardias de asalto a empujarlos hasta el redondel en medio de las protestas de los espectadores, una intensa lluvia de almohadillas y fuertes aplausos al gobernador civil, Antonio Rodríguez León. Un rato después aparecieron sobre el ruedo los dos primeros auxiliares, después de comprobar cómo los tres espadas pasaportaban en solitario al primer burel. Poco a poco se fueron sumando a la lidia el resto de los miembros de las cuadrillas…hasta que inesperadamente cambió el signo del espectáculo.
Lo que al principio parecía una tarde abocada al mayor de los escándalos se tornó una corrida memorable. Las reses de Albayda, bien presentadas, ofrecieron un juego excepcional que permitió el lucimiento de Domingo Ortega, premiado con los máximos galardones a pesar de que el tercer burel fue condenado a banderillas de fuego. En sentido opuesto, el quinto ejemplar del encierro fue premiado con la vuelta al anillo.
Una vez finalizada la lidia los tres espadas, ya vestidos de paisano, fueron conducidos a la comisaría de policía y posteriormente puestos a disposición de la autoridad judicial.
En la primera novillada de la feria cordobesa, anunciada para el día siguiente, 26 de mayo, se vislumbró la posibilidad de un nuevo conato de huelga. En cumplimiento de las consignas gremiales los novilleros anunciados (Ignacio Sánchez Mejías y Juanito Belmonte) optaron por descender del tren expreso en la estación de El Carpió, a 30 kilómetros de Córdoba, lo que obligó a un retén de la Policía de Asalto a desplazarse a la localidad vecina para trasladarlos por la fuerza a la capital califal. En paralelo, las fuerzas de seguridad detuvieron a Pepe Bienvenida, a quien se acusaba de coaccionar a los anteriores principiantes. Igualmente arrestaron a la cuadrilla de Juanito Belmonte. No obstante, Sánchez Mejías y Juanito Belmonte se presentaron puntuales en el patio de caballos, escoltados por las fuerzas de seguridad. Al final, un dirigente del colectivo taurino manifestó que ninguno de ambos aprendices estaba implicado en el pleito y que estaban dispuestos a torear.
En paralelo, a las doce del mediodía fueron puestos en libertad Domingo Ortega, Curro Caro y Manolo Bienvenida. De la misma manera, a últimas horas de la noche fueron excarcelados Maravilla, Fuentes Bejerano y el Niño de la Estrella en Madrid. Por el contrario, Corrochano y Valencia II permanecieron retenidos hasta el 27 de mayo. Esta última noche el colectivo tauromáquico había promovido una asamblea decisoria.
Al día siguiente, domingo, la empresa de Las Ventas confiaba en que se pudiera celebrar el festejo inicialmente previsto esa tarde. En la asamblea que finalizó a las tres de la madrugada la Asociación de Matadores de Toros y Novillos, la Unión de Picadores y Banderilleros y los vocales del Jurado Mixto Taurino (Antonio Posadas, Miguel Palomino, Nili y Francisco Zaragoza Trueno) acordaron renovar la comisión negociadora, a la que instaron a que resolviera definitivamente el conflicto hispano-mexicano. Los días siguientes fueron excarcelados los demás miembros del colectivo taurino que aún permanecían recluidos en la Modelo.
Antonio Fernández Casado
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