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Antonio Peña y Goñi, critico taurino y musical

Antonio Peña y Goñi

  • Antonio Peña y Goñi (San Sebastián, 1846-Madrid, 1896) fue un escritor y critico taurino y musical; además de compositor y catedrático de Historia critica de la Música en la Escuela Nacional de Madrid, y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

 

  • El publicista guipuzcoano cultivaba de manera recurrente sus tres grandes pasiones: los toros,  la música y la pelota vasca. Peña y Goñi fue un hombre de una gran personalidad para quien las cosas solo podían ser de color blanco o negro. Tozudo como un aragonés, fuera con la pluma o la palabra, siempre se estaba peleando con cualquiera que osará llevarle la contraria. De manera especial, no aceptaba la menor reproche sobre Wagner, su principal referente musical. No se casaba con nadie y era capaz de pelearse con todo el mundo. Su personalidad era tan enérgica, que en 1886, el diestro de Elgóibar, Luís Mazzantini, le llegó a retar a duelo -previo nombramiento de padrinos-, pues el critico taurino donostiarra censuraba las actuaciones del torero de Elgoibar con regularidad y gran dureza, aunque finalmente la sangre no llegó al rio. A la vehemencia y ardor con que defendía todas sus creencias se le achacó su posible dolencia estomacal que acabó con su vida cuando solo contaba 46 años de edad.

 

  • Todavia muy joven, Antonio Peña se estableció en la Villa y Corte para dedicarse al cultivo de las letras, publicando sus primeras colaboraciones en El Imparcial acerca la critica y literatura musical. En unión de otro critico ilustre, Revilla, fundó el periódico, La Critica. Mas adelante colaboró como especialista musical de El Globo, El Tiempo, La Europa, La Ilustración Española y Americana, La Correspondencia Musical, La Época… colaboraciones que resumió en un libro titulado «Impresiones musicales».

 

  • Hombre de educación afrancesada, inicialmente trabajó de funcionario del Ministerio de Fomento. Lo que no le impedía se ocupase de sus grandes pasiones: la pelota, la música y los toros, y, de sus máximos representantes: Wagner y Frascuelo. Precisamente, uno de sus libros más sobresaliente de materia taurina fue «El primer torero. Lagartijo. Contestación a Lagartijo y Frascuelo y su tiempo«, en el se declaró acérrimo partidario del diestro granadino. También escribió otros tratados  similares titulados: «Cuernos», «Cajón de Sastre», «De buen humor y Guerrita». Otro ensayo, igual de magistral fue el tratado titulado: «Doctor Thebussen. Ensayo de critica literaria» (1887); seudónimo con que firmaba sus escritos el ilustrado Mariano Pardo de Figueroa (Medina Sidonia), colaborador de la Lidia -revista que dirigió Peña y Goñi- con el que mantuvo una intercambio publico de correspondencia acerca de los temas mas variados. Estos mismos años, Peña y Goñi, también innovó la critica taurina a través de una sección titulada ‘Revistas de Toros’, la cual consistía en el dialogo ficticio que de manera habitual mantenía con algunos personajes inventados, en los que intentaba reflejar el gracejo andaluz o la tenacidad aragonesa y que firmaba con los seudónimos El Tío Gilena y la Seña Pascuala. El diario La Época, resumió su perfil taurino: «Peña y Goñi, disfrazado con el original seudónimo de El Tío Gilena, convirtió las corridas de toros en populares congresos en que se discutía la actualidad, la política, la literatura, las revoluciones, cuantos sucesos estaban al orden del día. Muchos han venido después a imitarle, pero no se puede olvidar que fue el primero».

 

  • Aunque tal vez fueran sus trabajos sobre la música, los que tuvieran mayor fundamento gracias a sus numerosos estudios críticos-biográficos sobre numerosos autores, incluida una biografía de Iparraguirre. Algunas composiciones musicales de Peña y Goñi, especialmente los zortzikos -San Sebastián, Pepita, ¡Viva Hernani¡…-, todavía son interpretados en las fiestas patronales de numerosos municipios guipuzcoanos. Se cuenta que  tuvo sonadas discusiones con Barbieri. Aunque en realidad fue muy amigo de Julián Gayarre, con quien acostumbraba a realizar excursiones a pie por el valle del Roncal y las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya. Aunque Fuenterrabia era el pueblo preferido de ambos. No había  cantante, actor, o pelotari que no se vanagloriase de su amistad con el escritor.  “A base de sus lecciones de crónicas, se puede formar la mejor historia de todos los espectáculos habidos en España durante la segunda mitad del siglo ultimo«, dejó sentenciado el socialista, Indalecio Prieto, acerca de la idiosincrasia de Peña y Goñi.

 

  • Los meses invernales, el escritor los pasaba enfrascado en sus las habituales discusiones periodísticas y tertulias de café. Mientras, que los meses veraniegos los dedicaba a ejercer la critica musical y taurina, a la pelota vasca y su divulgación en Madrid, acerca de  la cual escribió el magistral libro: «La Pelota y los pelotaris».

 

 

Antonio Fernández Casado

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