Continua el conflicto taurino hispano-mexicano de 1936
¡En junio y sin toros!
El conflicto que enfrentaba a los lidiadores hispanos y mexicanos se enconaba a medida que transcurrían los días. En el mes de junio comenzó con huelgas en diversos sectores productivos, entre las que sobresalían las promovidas por los mecánicos de feria, los basureros, los conductores de autobús, los camareros y los albañiles. Jueves memorables y domingos tradicionales transcurrían sin que la calle de Alcalá acogiese las habituales aglomeraciones de taurófilos.
Los aficionados deambulaban como almas en pena, de bar en colmado y de taberna en café, comentando la aparición del sindicalismo taurino de clase, antigubernamental y xenófobo. Apoderados, revisteros, huelguistas y toda la impar camarilla que merodeaba alrededor de los ases de la tauromaquia discutía, vociferaba, suspiraba y regañaba mientras pasaban los días sin encontrar una solución al problema.
El día 4 de junio se celebró con normalidad la tradicional Corrida del Montepío de Toreros en la nueva plaza de toros de Madrid, que en esa ocasión protagonizaron los tres estoqueadores huelguistas Domingo Ortega, Manolo Bienvenida y Rafaelillo con reses de Coquilla y en la que resplandeció el trabajo ofrecido por el diestro de Borox y el hijo de Bienvenida.
Esa misma tarde los novilleros Gil y Paco Godín se enfrentaron mano a mano en el coliseo de Carabanchel. Mientras, en la plaza de Tetuán de las Victorias trasteó Juanita Cruz acompañada de Joselito de la Cal y Ángel Soria. Esa misma jornada la actividad se extendió a los circos de Barcelona, Zaragoza y Palma de Mallorca sin la intervención de ningún coletudo de nacionalidad mexicana.
El 9 de junio el director general de Seguridad José Alfonso Mallol citó a su despacho al abogado de la Asociación de Toreros, Mateos de Mesa, a Antonio García Maravilla –en representación de la Asociación de Matadores– y a Cástulo Martín –en nombre de la Unión de Picadores y Banderilleros–, a quienes manifestó que el ministro de Gobernación estaba dispuesto a adoptar una amplia batería de severas medidas contra todos aquellos profesionales que se negasen a torear en compañía de los mexicanos que tuvieran la documentación en regla. Entre otras acciones coercitivas les amenazó con la retirada del permiso para lidiar durante un año. También enseñó las uñas a los empresarios, a quienes amenazó con clausurar las plazas de toros durante una temporada completa si no cambiaban de actitud. En su defensa, los comisionados se mostraron en desacuerdo con la decisión gubernamental de traspasar la resolución del pleito tauromáquico desde la jurisdicción del Ministerio de Trabajó al de Gobernación. Finalmente, el director general de Seguridad manifestó que los siguientes días Armillita torearía en Murcia y Madrid en compañía de otros diestros españoles. En Teruel no permitieron realizar el paseíllo al espada mexicano, de manera que la función se resumió en un mano a mano entre Domingo Ortega y Curro Caro.