Clarito
Cesar Jalón, Clarito (Nalda. La Rioja, 1889-1985) ejerció la critica taurina durante varias décadas del siglo pasado hasta llegar a ser considerado uno de los escritores taurómacos mas sobresalientes de su generación. Inicialmente fue funcionario del cuerpo de Correos y Telégrafos, razón por la cual residió en Bilbao durante algún tiempo, lo que no le impidió escribir su primeras colaboraciones literarias en el periódico logroñés ‘El Radical’, afín a las ideas de José Canalejas.
Con posterioridad, trasladó su residencia a Madrid. En su afán de hacerse un hueco en algún diario de la Villa y Corte, con regularidad acudía a las tertulias que acogían los cafés más populares de la Puerta del Sol; donde conoció al director de ‘El Liberal’, Alfredo Vicenti, quien le nombró redactor de mesa y, unos años mas tarde, le ascendió a revistero taurino; donde comenzó a firmar con el seudónimo de ‘Clarito’, con que le bautizo ‘Don Modesto’ (José de la Loma). Inicialmente cubría los festejos que se celebraban en Carabanchel, hasta que sustituyo al anterior maestro de las reseñas. Estos mismos años también colaboró en los semanarios ‘Estampa’ y ‘The Kon Leche’. Fue testigo directo de numerosas actuaciones de Juan Belmonte y otros diestros de su generación.
Entre los meses de agosto de 1932 y octubre de 1933, Cesar Jalón promovió la ‘Corrida de la Prensa’ de Madrid; organización en la que ocupó el puesto de Secretario General. Hasta que en enero de 1934, fue nombrado Ministro de Comunicaciones del gobierno de la II Republica -previó homenaje de despedida de sus compañeros de Correos y Telégrafos, en el hotel Nacional-, en representación del Partido Republicano Radical que capitaneaba Alejandro Lerroux, previo ascenso desde la Subsecretaria del mismo ministerio. Tras el final de la Guerra Civil, en 1940 comenzó a trabajar en el diario ‘Informaciones’ gracias a su amistad con Víctor de la Serna, donde se jubiló en 1962.
‘Clarito’ es autor de varios libros de temática taurina, como: «Grandezas y Miserias del Toreo (1933) y de dos tomos autobiográficos: ‘Memorias de Clarito’ (1972) -uno de ellos dedicado al mundo de los toros-, y un tercero titulado, ‘Cautiverio Vasco’ (1939), que prologó Víctor de la Serna, en el que recoge todas las peripecias sufridas mientras estuvo escondido en una casa de Fuenterrabía (Guipúzcoa).
En algún momentos de su carrera, ejerció de apoderado de María Greta, una vedette de revista, reconvertida en torera, a pesar que solo unos años antes el periodista riojano se había declarado enemigo acérrimo de las mujeres toreras. Su mayor logro fue conseguir que la asegurasen las piernas en doscientas mil pesetas.
Antonio Fernández Casado
Julio, 2015