,

El Bar Monterrey, de la Gran Vía de Bilbao

El Bar Monterrey, de la Gran Vía de Bilbao

Dionisio Lasa, nacido en la Guipúzcoa profunda, era un euskaldun íntegro. Durante muchos años navegó como cocinero de barcos transatlánticos con travesías de nueve meses consecutivos, lo que le permitió acumular los ahorros imprescindibles con lo que inaugurar los restaurantes Aloha, Machinventa (nombre del caserío familiar) y la cafetería Monterrey, en sociedad con uno de sus antiguos capitanes de barco. Hasta que cada uno decidió navegar a través de sus propios mares gastronómicos.
En el Bar Monterrey, inaugurado en los años sesenta, Dioni consiguió fidelizar a una clientela muy selecta y plural, tanto en sus siete mesas con sillas como a los que se sentaban en los taburetes del bar, en las que servía una cocina vasca tradicional. La cocina y almacén de no más ocho metros de superficie, no impedían que fidelizase a cientos de exigentes gourmets.

Tal vez, la peña de amigos más curiosa fuese la que a diario se sentaba al fondo del local, al lado de la cocina, compuesta por un heterogéneo grupo de personajes,  entre las que destacaban José Arana, descendiente  directo del fundador del PNV; José Garay, propietario de una famosa colchonería  del Barrio de Begoña, hermano de Jesús Garay, el gran defensa central del Atletic, en su día traspasado al Barsa para financiar la tribuna principal de San Mamés; los hermanos Celaya, importantes empresarios guipuzcoanos, uno de ellos afincados en Bilbao…Pero  los clientes más famosos del establecimiento de la Gran Vía -todavía desconocidos-, eran Emilio Ybarra y Pedro Toledo, que a diario desayunaban en la barra junto a otros futuros altos directivos de los vecinos bancos de Bilbao y Vizcaya. No menos importantes eran Jorge Olaso, presidente del Hospital Civil de Basurto; Luis Gana, reputado arquitecto; o el pintor García Campos, inventor de las medias raciones. Aunque uno de los individuos más curiosos era Pepe, el limpiabotas, una persona parca en palabras pero con mucha experiencia en la vida, y con una amplia clientela fija, quien gozaba de la atención medica personalizada en el hospital gracias a Jorge Olaso.

El mes de agosto, con motivo de las Corridas Generales, la terraza del Monterrey, acogía todas las noches la presencia de un selecto grupo de aficionados a los toros, que presidían los presidentes del Club Cocherito, Esteban Macazaga, Carmelo Sánchez Pando y Dionisio Álvarez, quienes hacían de embajadores gastronómicos de los aficionados madrileños, Antonio Díaz Cañabate -critico taurino del ABC-, Sabino Intxaurza, y el escultor, Sebastián Miranda, entre muchos otros.

Hace unas semanas, el Monterrey, una vez más, fue noticia en la prensa por la jubilación de uno de sus empleados más veteranos, José Manjarres, en el que prestó sus servicios durante mas de medio siglo…Imposible más fidelidad a una empresa.