11 de junio, 1936
Corrida mexicana en Murcia
Tampoco en la Corrida del Corpus celebrada el 11 de junio en Murcia fue posible recomponer las agrias relaciones hispano-mexicanas. La negativa de Jaime Noáin y Rafaelillo a pisar la arena pimentonera en compañía de Armillita motivó que la empresa sustituyese a los toreros españoles , previamente anunciados, por los aztecas Carnicerito de México y El Soldado, quienes pasaportaron con brillantez un encierro de la viuda del marqués de Villamarta. Por su parte, los subalternos completaron sus efectivos con únicamente cinco varilargueros mexicanos y uno español, a quienes las fuerzas de seguridad debieron proteger desde las afueras de Madrid y hasta los arrabales de Aranjuez. Por culpa de los intensos rumores que corrían acerca de la posible suspensión del festejo el público no llenó la totalidad del aforo, aunque sí saludó con fuertes aplausos la presencia sobre la arena de los toreros charros, quienes en correspondencia devolvieron las muestras de afecto saludando desde el tercio tras la finalización el paseíllo. Carnicerito de México y El Soldado cortaron dos orejas y un rabo cada uno y abandonaron el recinto a hombros.
Esa misma tarde de junio, en el coso de Las Ventas, Ortega y Bienvenida ofrecieron una excelente función con motivo de la tradicional Corrida del Corpus Christi en una combinación que abría Antonio Cañero. El mismo día, coincidiendo con la primera corrida de feria de Granada, los espectadores, ya cansados de presenciar los malos resultados que les estaba deparando el festejo, cuando el quinto toro abandonó los chiqueros, comenzaron a vociferar con reiteración “¡Armillita, Armillita!”. Esa protesta tocó el amor propio de Niño de la Palma, que ofreció una faena llena de adornos temerarios, de espaldas y de rodillas.
28 de junio
Los mexicanos retornan a su país
A medida que transcurría el mes de junio el pleito taurino se enconaba sin solución a la vista tras romperse todas las negociaciones abiertas y a pesar de los extraordinarios oficios desplegados por el embajador de México y el diputado provincial, Muro. Los toreros nacionales habían adoptado una actitud irreducible que daba al traste con todas las corrientes de concordia que se ponían sobre la mesa. Hasta que el presidente de la república mexicana Lázaro Cárdenas decretó el retorno a su país de todos los lidiadores aztecas que se encontraban en España sin poder ejercer su profesión. La mayoría en condiciones muy precarias.
El 10 de junio se recibieron los doce primeros pasajes. Quince días después se transfirió a la delegación fiscal mexicana en París la suma de 9.610 pesos, imprescindible para sufragar la adquisición del resto de los billetes necesarios para repatriar al resto de los lidiadores. El 28 de junio abordaron el transatlántico Cristóbal Colón en Santander los últimos veinticuatro estoqueadores rumbo al puerto de Veracruz, previa escala en La Coruña y La Habana. Entre ellos se encontraban Jesús González Pañeda El Indio, Rodolfo Rodarte, Fernando López Hidalgo, Rodrigo Velasco, Silverio Pérez, Terremoto, Fernando López, Rodolfo Velásquez, el varilarguero Barana y los banderilleros Vicente Cárdenas Maera, José López, Pinocho, Reveri y Gómez Blanco.
También anunció su decisión de retornar a su país natal Armillita tras enviar una emotiva carta de despida a la afición española, que suscribieron veinticinco compañeros de su misma nacionalidad y apareció publicada en el diario Informaciones. En el mismo transatlántico viajaron Fermín Espinosa Sabucedo (Armillita Chico), su hermano Juan Espinosa Armillita I, sus banderilleros Zenaído y José Espinos, el mozo de estoques Gilberto Sánchez y sus padres Fermín y María.
Antonio Fernández Casado
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domingo, 4 de enero de 2015