La tía hermana emérita

La tía hermana emérita 

La hermana del Rey emérito, o la hermana emérita del Rey…don Juan Carlos el coronado, es muy particular. Uno siempre la había visto en la tele, en los periódicos y , tal vez, en las páginas de algunas revistas de chismorreos. Casi siempre como protagonista secundaria de algún acto oficial. Se supone que por obligación. Aunque es seguro que a cambio recibe algún tipo de compensación económica por interpretar el papel de hermanísima. Por idénticas circunstancias y de pasada, también yo soy testigo puntual de algunas de sus costumbres cotidianas. Pura rutina.

Pues un día descubrí que a diario tomábamos el aperitivo en el mismo bar madrileño. De manera, que cuando la veo, lo primero que me viene a la memoria es la imagen de su madre…; pues actualmente, igual que su progenitora muchos años antes, se sienta en una silla de ruedas. Con el agravante de que es ciega… Me pregunto sí lo habrá sido siempre. Aparentemente, Elena, doña Elena, perdón, me parece que es algo mayor que su emérito hermano, a quien no es difícil pronosticar que también acabará condiciendo un vehículo similar. En el caso de la hermana, la falta de visión la hace particularmente entrañable. Pues, para empezar, necesita la compañía permanente de una asistente. ¿La pagaremos a escote entre todos? ¿Cual será mi parte alícuota? Además, siempre va discretamente protegida por dos acompañantes…, casi seguro policías, que a veces colaboran en su asistencia. A decir verdad, el perfil de su rostro es claramente borbónico, gracias al alargamiento sin fin de su frente, nariz y mandíbula… Por contra, su expresión es siempre de una tristeza infinita. Inexpresiva como la de alguien que nació educada en siempre saber como mantener las formas en público. ¿Se comportará igual en privado? ¿O, tal vez, en la intimidad tiene el carácter imperativo que su hermano mostró a Chaves con aquel: ¡porque no te callas…! Y, por si acaso, yo también mejor cierro el pico.