Taurologia. D. Luis Mazzantini: ferroviario, estoqueador, concejal, jefe de policía…

Ferroviario, estoqueador, concejal y jefe de policía

 

Luis Mazzantini y Eguía (Elgoibar, 1856 – Madrid, 1926) fue uno de los grandes estoqueadores del siglo XIX que, cuando se cortó la coleta, se dedicó al ejercicio de la política en las filas del partido monárquico. De manera, que en 1906 resultó elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid, en cerrada competencia con Largo Caballero, donde ejerció de teniente de alcalde por el distrito de Chamberí, a la vez que de diputado provincial. Tras la finalización de la I Guerra Mundial, alrededor de 1919, fue designado gobernador civil de Guadalajara y, unos años más tarde, de la provincia de Ávila. Por último, fue nominado comisario de policía hasta el año de 1923, cuando el general Primo de Rivera asumió el poder absoluto. Tres años después murió de un inesperado fallo cardiaco. El cronista taurófilo, Don Ventura compendió su peculiar personalidad humana y taurina:

 

“Alto, corpulento, esbelto, arrogante de figura, crecía esta al perfilarse para entrar a matar, y al rodar los toros como pelotas los espectadores se miraban asombrados y le perdonaban sus grandes deficiencias como torero, que siempre las tuvo”[i].

 

En 1898, Mazzantini trabajó en el ruedo de Madrid en una función benéfico-patriótica reivindicativa de la guerra contra los Estados Unidos. En similar sentido, en la Corrida de Beneficencia de 1901 brindó un burel al Rey de España, la primera ocasión en que Alfonso XIII acudía a una plaza de toros. A lo largo de su carrera, estoqueó alrededor de 3.000 toros.

 

Antes de ejercer de estoqueador, el torero de Elgoibar había trabajado de jefe de la estación de ferrocarril de Santa Olalla (Toledo), donde llegó a la conclusión de que “en este país de los prosaicos garbanceros no se puede ser más que dos cosas: o tenor del Teatro Real o matador de toros”.

 

Como no tenía condiciones para practicar el bel canto no tuvo más remedio que convertirse en matador de toros. Sus compañeros de escalafón pronto le bautizarían como el señorito loco. Su estatura y fuerte constitución física le convirtieron en un estoqueador muy expeditivo. Nunca vistió el traje corto, típico de los toreros de la época, sino el elitista frac, especialmente cuando acudía a presenciar las funciones de ópera, tertulias literarias y exposiciones pictóricas. Al parecer mantuvo un encendido romance con la actriz Sarah Bernhardt. En algunos momentos de su carrera, la prensa más reaccionaria afirmaba que Mazzantini formaba parte de la masonería, llegando a murmurarse que en sus habituales excursiones invernales a los ruedos sudamericanos aprovechaba para estrechar lazos de amistad con las logias americanas.

 


[i] Bagües, Ventura. Don Ventura. Historia de los matadores de toros, 1738/1943. J.M. André. Barcelona, 1943.