Taurologia. Frascuelo, absolutista. Largatijo, liberal (1)

Frascuelo, absolutista. Lagartijo, liberal (1)

Corría la segunda mitad del siglo diecinueve cuando a los dos principales ases del cotarro taurino, Salvador Sánchez Povedano Frascuelo (Churriana de la Vega, 1842 – Madrid, 1898) y Rafael Molina Sánchez Lagartijo (Córdoba, 1841-1900), se les encasillaba entre los partidarios de los partidos progresista y absolutista, respectivamente.

A finales de 1868, tras el destronamiento de Isabel II, Frascuelo –de inequívoco origen proletario– comenzó a alardear de sus simpatías realistas. El granadino, otrora pintor de brocha gorda, se convirtió en el torero preferido por la aristocracia y la burguesía. Y para que no quedara la más mínima duda, en el verano de 1875 obsequió con un gran banquete a algunos de los personajes alfonsinos más significados, entre los que sobresalían el duque de Sexto, Ayala, Romero, Elduayen… De la misma manera, en 1878 participó en las corridas reales coincidentes con los esponsales de Alfonso XII.

A Salvador Sánchez se le encuadraba entre los partidarios de Cánovas del Castillo, mientras que Rafael Molina –torero fino y de estilo más pausado– se confesaba seguidor de Práxedes Mateo Sagasta y Pí y Margall[i]. El diestro cordobés gozaba de la consideración de los intelectuales más significados de su época: Mariano de Cavia, Carmena, Mazas, Palacios…, con la excepción del escritor guipuzcoano, Antonio Peña y Goñi y del tenor Julián Gayarre, furibundos admiradores del maestro de Churriana.

En 1873 la República española había contemplado el resurgir de los diversos levantamientos cantonales que permitieron la reactivación de las guerras carlistas. Con anterioridad a la restauración borbónica en la persona de Alfonso XII los seguidores de esta opción política más radicales consideraron inevitable la constitución de una milicia civil, estructurada militarmente con la misión de que se opusiese a los partidarios del federalismo separatista. Lo que al final se concretó en la fundación de tres batallones de militantes absolutistas civiles –liderados por el duque de Sexto– preceptivamente uniformados con los símbolos correspondientes a los cuerpos de infantería y caballería. Este grupo, en el que también se integró Frascuelo, no tenía ningún nombre oficial, aunque popularmente le bautizaron como el Batallón del Aguardiente[ii]. Al mismo se incorporaron a la misma agrupación los miembros de su cuadrilla: Esteban Argüelles Armilla (Madrid, 1845), pendenciero y bravucón que una noche en la calle de la Cruz se lio a tiros con un varilarguero; y Victoriano Alcón El Cabo (Madrid), hombre de gran iniciativa y liberal exaltado que ejerció de director de varios anfiteatros franceses, incluido el parisino de la federación. A pesar de todo, figuró de banderillero en las funciones reales de 1878. Con anterioridad había conseguido una plaza de funcionario en un presidio madrileño en recompensa a su filiación progresista y republicana.

Frascuelo, con el grado militar de cabo gastador, gustaba de hacer ostentación pública de su ideología absolutista desfilando montado a caballo engalanado con el traje de miliciano los días que se promovían las paradas castrenses, ocasiones en las que abría el desfile marcial con la misma prestancia que un general. Cuando en enero de 1875 llegó a Madrid el Rey Joven, Frascuelo se sumó al cortejo de recepción montado sobre un imponente caballo y vistiendo el traje corto.

En Barcelona nunca le perdonaron sus veleidades monárquicas, especialmente con posterioridad a la restauración borbónica, lo que hizo que no compareciese en la plaza de toros de La Barceloneta durante cinco temporadas consecutivas. Todo porque en el abono de San Juan y San Pedro de 1877 ofreció una actuación tan desastrosa que desató las iras de la mayoría de los espectadores, quienes le dedicaron unas duras increpaciones que hicieron mella en el ánimo de Salvador, que juró no volver a pisar el coliseo catalán[iii]. Incapaz a dar el brazo a torcer, fueron inútiles todas las gestiones emprendidas por diversas personalidades para que volviese a mostrar su arte en la capital Condal. Al final, aceptó que le volviesen a anunciar para torear el mes de junio de 1882. En la metrópoli barcelonesa se le etiquetaba de torero cortesano.

La campaña de 1880 marca asimismo el divorcio del maestro granadino con la afición madrileña, a la que tenía que reconquistar cada vez que pisaba el ruedo, del que se acabó ausentando durante cuatro temporadas consecutivas.

 


[i] Antonio Cánovas del Castillo, escritor y primer presidente del Consejo de Ministros del Alfonso XII. En 1876 fundó un partido político que pretendía que el parlamento y el gobierno sirviesen de contrapeso al poder absolutista que representaban los monarcas. Pero las diversas elecciones universales, controladas por los gobernadores civiles provinciales en las ciudades y por los caciques en los pueblos, convertían el ejercicio democrático en un mero simulacro.

[ii] Se les conocía con el nombre de “Batallón del Aguardiente” porque todas las mañanas, previamente a montar a caballo, acudían a degustar unas copas de ese mismo licor.

[iii] Formaban parte de la cuadrilla de Frascuelo: los varilargueros, Curro Calderón y El Chucho; y los banderilleros, Pablo Herraiz y Esteban Arguelles Armilla.

 

Antonio Fernandez Casado

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sábado, 31 de mayo de 2014