,

La Taberna de Castrejana

Crónicas bilbaínas

La Taberna de Castrejana (Bilbao)

(Por Federico Morena Chatarra)

 Añorando el tiempo que fue, he ido a visitar la célebre taberna de Castrejana, en la calle Somera, y me he encontrado con una sorpresa muy desagradable: ya no existe. Todo lo que en Bilbao me era más afectivo, ha desaparecido… ¡La taberna de Castrejana! ¡Que bilbaíno entrado en la cuarentena no tiene de la típica “tasca” un recuerdo perdurable!  ¿Quién no ha desfilado por ella ganoso de asistir a las “chirenadas” que allí se sucedían sin interrupción? Había que “tentarse el pelo” para entrar, no ciertamente por temor a dar con gentes de mala catadura, sí porque los “chimbos” que allí anidaban, hartos de embromarse mutuamente, vivían alerta para hacer víctima de su “judiadas” al primer “pardillo” que acudí en busca de un rato de solar y esparcimiento.

¿Nombres? Entre los más famosos circunstantes figuraban D. José Cortés, Quirós, Magín, Trigo, Tomás Arana, Eusebio y Crispín Pereira, Daniel Bilbao, Ricardo Arrué, Alfredo Rovira…

Pero el que gozaba de mayor popularidad, el que “cortaba el bacalao”, como dijéramos, era “Talento”, uno de los tipos más “chirenes” que por entonces – el pobre murió- paseaba por la Villa…

Frecuentaban también la taberna todos los diestro o presuntos diestros residentes en Bilbao, entre otros: Ramón Rovira, Juan Román. Esparterito, Poli, los hermanos Calle, Ortiz, Maleno, Guillen, el difunto pared de los Valencia, Charol, Cocherito, el Aventurero, Chiquito de Begoña, Lunares; los revisteros taurinos “Capote” y “Perdigón”, y, en fin, el gran Barichas.

Barichas era un personaje de sainete. Quería ser torero, en cuanto pisaba la arena sentíase acomedido por un miedo cerval.  Huelga decir que Barichas era en Castrejana la víctima propiciatoria, sin perjuicio de que alcanzara el “pitorreo” a los demás lidiadores, cuando tenía el “santo de espaldas”, que solía ser a menudo. Únicamente Cocherito, “que venía muy bueno”, se libraba de estos bromazos. Además, le protegía “Talento”.

Podía referir multitud de anécdotas; pero, en gracia a la brevedad solo contaré una. Ramón Rovira y Juan Ramón habían sido contratados para matar un novillo en Arrona (Guipúzcoa), y como banderilleros figuraban en la plantilla Cocherito y Barichas, este impuesto por la “trinca” de Castrejana para asegurar la parte cómica del espectáculo. Se hizo el viaje en coches y en el camino los expedicionarios toparon con los toros… ¡Unos toros con treinta y cinco arrobas y unos cuernos de tamaño!

Rovira, al verlos, palideció. Y pensó “Talento”, encantado, que se preparaba una gran tarde. Así fue.  El “consumo” lo hicieron Román y Cocherito, valientes, por entonces, como jabatos. En cuanto a Barichas, ocultó en un burladero, no oso poner sus plantas pedadoras en el redondel. ¡Ah!; pero el presidente de la fiesta lo advirtió y envíale la Guardia Civil para que saliera de su escondite y banderillease…

Barichas tuvo entonces una idea diabólica, Cogió las banderillas, dirigiéndose al planco presidencial y, encarándose con el “usía”,

– ¡Usted –le dijo- es un canalla—¡

De este modo, pensó, me mandará detener y no tendré que banderillear. Pero el presidente, un aldeano muy “salao”, dijo a Barichas:

–       Si, pues; yo un canalla, pero tú banderilleas…

Barichas desesperado, arreció en los insultos:

–       ¿Burro! ¡Animal! ¡Bandido!

Y el presidente, impertérrito:

–       ¡Al toro! ¡Al toro…!

Y Barichas tuvo que ir en busca del toro, y tales revolcones sufrió que pudo deteriorarse definitivamente del ruedo y poner fin al terrible calvario…[1]

 

Federico Morena Chatarra, revistero de El Heraldo de Madrid

 

 


[1] Federico Morena. El Heraldo de Madrid, 21 de agosto de 1928.