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Corridas de toros, en Bilbao, con motivo de la festividad de San Ignacio

Corridas de toros, en Bilbao, con motivo de la festividad de San Ignacio

(Extracto del libro: Bizkaia Taurina (Plazas de toros bizkainas), escrito por Antonio Fernández Casado)

 

La afición de los bilbaínos a los toros quedó recogida, durante los s. XVI y XVII, en numerosas Pragmáticas Sanciones y Células Reales en las que se regulaba y daba fe de esta afición tan antigua.

 

El archivero municipal, Teófilo Guiard Larrauri encontró una de las primeras referencias taurinas, con motivo del nombramiento de San Ignacio como patrón de los ciudadanos vizcaínos, a finales del s. XVII; patronazgo que fue celebrado durante ocho días consecutivos con variadas diversiones públicas, entre las que destacó una corrida de toros en la Plaza Vieja, donde se improvisaba el escenario correspondiente:

 

«En 1680 se tomó por patrono del Señorío a San Ignacio de Loyola. El año siguiente,1681, celebró la Diputación la fiesta del nuevo patrón en el día de su advocación, el 31 de Julio, con una procesión general a la que asistió el Regimiento del Señorío, fuegos de pólvora y luminarias y una corrida de doce toros del campo de Salamanca, que se lidiaron en Bilbao el 4 de Agosto«.[i]

 

La corrida de toros estuvo presidida por un fastuoso retrato del Santo guipuzcoano, según relata el propio Guiard, y por el Corregidor y el Diputado General de Bizkaia, Agustín de Monteano y Barco e Ignacio de Irusta. Confirmando, una vez más, la simbiosis con que caminaban las fiestas religiosas y la lidia de ganado fiero, espectáculo que puso el punto final a la festividad:

 

«En el sitial de la presidencia, ocupada por el corregidor y diputado, se elevaba un decorado en forma de torre y en su lienzo céntrico se descubría la pintura del Santo Fundador».

 

Como parte del programa de actos se ensogaron dos novillos, o celebró un sokamuturra, para diversión de los vecinos más osados; tradición muy popular esos días.

 

Esta misma efeméride fue ampliada por el jesuita, Gabriel de Henao, en sus ‘Averiguaciones’,[ii] en la que recuerda   como se engalanaba la plaza publica y la atracción que las corridas de reses bravas ejercían sobre los bilbaínos, quienes llenaban la plaza de toros rectangular hasta las banderas de las diversas embarcaciones que atracaban a la orilla de la Ría:

 

«La concurrencia fue tan crecida que no siendo suficientes los tendidos y ventanas de las casas, mil curiosos se encaramaron en los mástiles y vergas de los buques surtos en la ría, para poder disfrutar de las lidias taurinas, en las que excelentes diestros mostraron su habilidad e ingenio».

 

Juan Ramón de Urquijo,[iii] descubrió otro antecedente muy preciso acerca de la celebración de espectáculos taurinos en la capital de Bizkaia, a finales del siglo XVII, en el que actuó el caballero-rejoneador guipuzcoano, Alonso de Idiáquez, coincidiendo con la festividad de San Ignacio. Idiáquez contó con la colaboración de una elegante cuadrilla de auxiliares lujosamente ataviados.

 


 

  • [i]«…en la Iglesia de San Vicente para hacer oración, por la festividad que se había estado celebrando en ella. No lo pudo conseguir por las puertas del lado de la Epístola, por hallarse cerradas, pasó a querer hacerlo por las principales. Al efecto entró en las barreras que estaban puestas frente a la fachada del templo y al entrar en el coso…”. T. Guiard. H de la N V de B.
  • [ii] Averiguaciones de las Antigüedades de Cantabria ocupadas en explorar sucesos de los cántabros …y vascongados.
  • [iii] Juan Ramón de Urquijo. Textos. Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Oñate, 1990.