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La Cátedra Taurina: García Campos: Apuntes del natural


García Campos: Apuntes del natural

Exquisito aficionado a las corridas de reses bravas, hombre cabal y de fundamento, Luis García Campos (Rekaldeberri, 1928-2011), el pasado 29 de agosto de 2012, esperó a que finalizase el ultimo festejo de las Corridas Generales bilbaínas, para despedirse de la vida terrenal, sin interferir en las celebraciones taurinas. Atrás quedaban 73 años de afición practica a los toros, desde que debutase en uno de los primeros festejos corridos en Vista Alegre tras la finalización de la Guerra Civil. Solo en esta plaza presenció más de 700 festejos, en los que inmortalizó para siempre en su retina y cuadernos artísticos a, Manolete, Pepe Luis, Luis Miguel, Lalanda, Domingo Ortega, El Estudiante, Aparicio, Litri, Ordóñez, El Viti, Camino, El Cordobés, Paquirri, Manzanares, Ponce, José Tomás…,y, especialmente, a los intérpretes con más duende,: Rafael El Gallo, Cagancho, Albyzin, Curro Romero, Paula…; sin olvidarse de los principales actores de la edad de oro del toreo: Joselito, Belmonte, y su coetáneo, Castor Jaureguibeitia.

 

Con la misma precocidad, y de manera innata, comenzó a pintar estampas tauromáquicas desde el día en que quedó deslumbrado por la Lidia en el anfiteatro de Abando. El resumen de siete lustros de actividad artístico-taurina se resume: en 53 carteles de toros anunciadores de la ferias de Bilbao, Pamplona, Mont de Marsans, Madrid, Azpeitia…; 120 exposiciones monográficas, y muchas más colectivas; mas de 2000 cuadros pintados (al óleo, gouche, cera, o plumilla: llenos de luz, color y movimiento) para numerosas colecciones publicas y privadas, repartidas a lo largo del globo terráqueo; obras a las que se deben que añadir, aproximadamente, mas de 1.000 ‘Apuntes al Natural’- con lápiz y plumilla, la mayoría en blanco en negro-, publicados en las paginas de La Gaceta del Norte (1950-1982), El Correo (1983-2010), Ya (1972-1979), Hoja del Lunes de Madrid (1975-1977), La Gaceta de Salamanca… Además de miles de ilustraciones para revistas especializadas (Pregón Taurino, Clarín Taurino, Vizcaya Taurina, El Taurino Grafico, Anuario Taurino, La Agenda Taurina…), portadas para libros, hojas de calendarios, juegos de naipes, abanicos hoteleros, ceniceros, cartas y  menús de restaurantes, pins, emisiones filatélicas…De similar manera, con obras de García Campos se reconocía a los triunfadores de la Corrida de la Prensa bilbaína, al menos en cuatro ediciones; al Mejor par de Rehiletes de las Corridas Generales, con los que anualmente otorgaba el Club Taurino, y una peña guipuzcoana, premiaba al triunfador de la feria de Azpetia…

 

Sí bien los críticos de arte han encasillado a García Campos, como uno de los mejores especialistas en pintura taurina de la segunda mitad del siglo XX, la realidad es que, igualmente, era un consumado paisajista y notario notable de algunos de los principales acontecimientos relacionados con la vida cotidiana de la Villa. En este sentido, de la vasta producción pictórica del pintor de Rekalde se podría extraer una ingente muestra de las principales edificios, puentes y plazas publicas bilbaínas: San Antón, San Nicolás, San Vicente, el Arenal y su kiosco; la plaza Circular y la estatua de Don Diego; el Ayuntamiento y su bandera, los teatros Arriaga y Campos, el Boulevard y sus cafés; los puentes de San Antón, Isabel II, Ayuntamiento, Deusto, Colgante…; la fachada del Club Cocherito y del Club Taurino; la Gran Vía, la plaza Elíptica y el hotel Carlton; la Sociedad Bilbaína, el parque de Doña Casilda…;la Ría, sus desaparecidos astilleros y Altos Hornos; las procesiones de Semana Santa…. Incluso, sus 24 carteles dedicados a publicitar las corridas bilbaínas, comparten una estampa taurina tradicional con numerosos rincones de la Villa. Como paisajista y dibujante al carboncillo, inmortalizó en numerosas ocasiones las localidades vizcaínas: Bermeo, Ondarroa, Lekeitio, Plencia, Portugalete, Santurce…; otros tantos pueblos riojanos y salmantinos…, las principales monumentos y plazas de la mayoría de las ciudades españolas: Salamanca, Toledo, Madrid, Burgos, Vitoria, San Sebastián…

 

En cualquier caso, no es difícil definir los principales principios pictórico-programáticos que inspiraban la obra de García Campos. En su acepción primitiva, sus dibujos, especialmente los de temática taurina, tenían movimiento. Su leiv motiv. Sus apuntes no son figuras estéticas posando para el artista. Al contrario, la embestida del toro se intuye, mientras el diestro corre la muleta, dejando para la imaginación del espectador el remate de la suerte. Solo unos pocos trazos le servían para definir el rostro, figura física y estilo de cada uno de los actuantes. Y, al final, el dibujo y su titulo correspondiente, intentaban resumir los momentos más sobresalientes de la tarde.

 

El cartelismo taurino era una de las acciones del marketing taurino básico, a lo largo de más de un siglo. Era el grito publicitario primigenio imprescindible para atraer la atención de los transeúntes, a quien pretendía incitar a pasar por taquilla. Es un ole atronador, y García Campos uno de sus profetas. En los afiches anunciadores de las corridas de Vista Alegre y de otros teatros, casi siempre predomina la presencia destacada del toro en acción como elemento central.

 

Por el contrario la obra pictórica del socio de honor de los Clubes Cocherito y Taurino, en sus diversas técnicas, ha sido evolutiva. Como los buenos vinos, ha madurado con el transcurrir del tiempo. Desde los primeros años, en los que predominaba el dibujo, hasta las últimas décadas, en que sobresalían las manchas de pinturas en las composiciones, especialmente, de los paisajes campestres. El toro dejó de ser el principal protagonista para convertirse en un elemento secundario. En el cuadro destacaba la composición pictórica, no el  toro, caballo, grácil cigüeña, charca, o valle inundado de chupamieles. El movimiento, el dinamismo, lo muestran las luminosas y  majestuosas nubes celestes del campo castellano, en contraste con las plomizas y aplastantes neblinas del norte. Las personas, los artistas, como García Campos no mueren nunca. Sus obras se quedan para su contemplación posterior e inmortalidad.

 

Antonio Fernandez Casado

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