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Los presidentes cocheristas (del Club Cocherito) que yo conocí…

Los presidentes cocheristas que yo conocí…

Seguramente, Esteban Macazaga Alberdi haya sido el presidente más emblemático del Club Cocherito. Recordar sus múltiples iniciativas necesitaría un libro adhoc. Lidiador aficionado, en los años treinta fue expulsado del PNV por torear un festival a favor de los obreros en paro de la Margen Izquierda de la Ría, contraviniendo las directrices de su partido. En 1952 y 1953, encabezó la sociedad, ‘Grupo Club Cocherito’, que organizó las Corridas Generales, en competencia con los hermanos Chopera y la empresa de Madrid. La tercera ocasión que los cocheristas optaron a seguir promover la feria perdieron el concurso a pesar de presentar la mejor oferta económica, lo que causó un grave enfrentamiento con la Junta Administrativa. Estos mismos años, Macazaga también ejerció de directivo del Atletic y de concejal del Ayuntamiento de Bilbao, entre 1954-1958 por el “Tercio entidades”, bajo el mandato de Joaquín de Zuazagoitia, el alcalde más taurino de la Villa.

Don Estaban era una persona seria, de pocas y sentenciosas palabras. Acostumbraba a cubrirse la testa con una txapela azul y era dueño de una empresa de construcción sita en la calle Labayru. Tanto en su oficina, como en el Club, contaba con la ayuda impagable de Nazario Gamallo, su polivalente mozo de espada. Amigo de los principales ganaderos salmantinos, a los que visitaba los meses invernales, especialmente a Atanasio Fernández, Antonio y Alipio Pérez Tabernero, donde- ya cumplidos los sesenta años-, seguía estirando la muleta, con pases por alto y cerrado en tablas.

Otro presidente, muy discreto e igual de serio, fue el inventor del Premio al Toro más Bravo, Carmelo Sánchez Pando -padre-, un exitoso empresario de la industria chatarrera. Según Manolo Llano Gorostiaga, en sus años juveniles tocaba la trompeta en el quiosco de La Casilla. No tenía nada que ver con su vástago del mismo nombre, que ejerció de mandamás del Club dos ciclos distintos. Carmelo hijo, ofrecía una imagen opuesta a la de su aita: alto, seductor y de intensa vida social. El Old Tavern y Lepanto, eran dos los puntos de encuentro más habituales de su cuadrilla de amigos, entre los que destacaba el que también sería presidente, Germán Azumendi. Carmelo era un acérrimo forogoitia del Atletic, aunque nunca consiguió hacer realidad su sueño de ejercer de presidente. Sánchez Pando Maguregui pasará a la historia de la tauromaquia bilbaína por ser el primer presidente civil de Vista Alegre después de la Guerra Civil.

Por su parte, Germán Azumendi, aparejador de profesión, con estudio en la calle de Hurtado de Amezaga, fue una gran persona. Fotógrafo aficionado, en 1965 ganó un premio instituido por el ABC a la mejor instantánea periodística, en la que aparecía una trainera en medio de un gran oleaje. Ejerció de presidente coincidiendo con el 75 aniversario de la fundación del Club, momento que publicó un libro, escrito por el mismo, en el que destacan los dibujos de García Campos.  Falleció víctima de un infarto de miocardio mientras participaba un programa de Euskal Telebista, en el balneario de Cestona.
En décadas anteriores, llegó a presidente del Club el impresor Dionisio Álvarez, que formaba parte del grupo al que se conocía como “Los Bilbaínos”. Al igual que los anteriores mandatarios, era una persona discreta, propietario de una imprenta radicada en el barrio de Santutxu, ‘El Arte de Imprimir’, en la que se publicaba el anuario ‘Vizcaya Taurina’. Cuando Manolo Agüero, dejo la profesión de banderillero, le empleó de conductor. El hijo mayor de Dionisio, Facundo, también ejerció de máximo dignatario del Cocherito, piloto y miembro del Aero Club bilbaíno, con quien realizaba numerosas acrobacias en los cielos de Sondika. El presidente de estos años menos taurino, fue Mariano San Martin, quien previamente había ejercido vicepresidente del Atletic, su verdadera pasión.
Con la llegada de los años finales del franquismo, y primeros días de la democracia, aterrizó en la presidencia del Club, el nacionalista Patxuko Abrisketa (en realidad se llamaba Juan José, Patxuko era su hermano, exiliado en Venezuela), un auténtico personaje, con residencia en la calle de La Amistad; colaborador habitual de  La Gaceta del Norte, en la que publicaba un artículo de tintes costumbrista, parte de las cuales, años después, editó su hijo del mismo nombre, y también presidente del Club. El gesto más popular de Patxuko, fue presidir las becerradas de las Komparsas, durante varios ciclos. Los años siguientes. ocupó la poltrona Alberto Olmedo Mariscal. Seguramente por recomendación de Patxuko. Vecino del Casco Viejo, Olmedo de voz ronca, y presidente de la Agrupación Socialista del Casco Viejo -era amigo de Ramón Rubial-, no se parecía a sus anteriores colegas. Pues no frecuentaba los elitistas círculos taurinos de la Villa, ni se sentaba en los tendidos de sombra. Sin embargo, era asiduo a las partidas de dominó que todas las tardes acogían las mesas del Club. De los siguientes presidentes, a los que todos conocemos, dejo el relato de sus méritos para otra ocasión y pluma.